miércoles, 2 de noviembre de 2011

Historia Robótica en Chile


por María Carolina Pérez y Wilson Arancibia
Ensambladoras de automóviles, lavadoras y edificios inteligentes, mascotas mecánicas y hasta partes del cuerpo íntegramente biónicas. La robótica poco a poco está llenando todos los espacios de nuestra vida. ¿Llegaremos al punto apocalíptico que nos presentan las películas de “Matrix”?
Quizás los robots más conocidos del mundo sean “Arturito” y “Tripio” de “La Guerra de las Galaxias”. Estos seres mecánicos se ganaron la simpatía del público y despertaron en los niños la ilusión de tener en su casa un compañero de juegos parlante y capaz de pensar y moverse por sí solo.
Fue a fines de los años 70 cuando la robótica se convirtió en estrella de cine, creando en las mentes humanas la visión de un futuro automatizado con sirvientas, mayordomos y choferes de metal. Robotina de la serie animada “Los Supersónicos”, aparecía como la nana ideal de las dueñas de casa, al igual que Roberta de la caricatura “Ricky Ricón”, una robot de gran fuerza que lo ayudaba a salir de las dificultades.
Y mientras que, en las películas, novelas y cuentos de ciencia ficción, los robots adquirían roles de seres humano, hoy, en el 2004 aún no vemos estos seres en nuestros hogares. Las creaciones más masificadas son los juguetes “inteligentes” y las mascotas artificiales.
Sin embargo, a nivel internacional, los frutos de estos inventos de una u otra forma están llegando a la gente común. Por ejemplo, a través de las nuevas lavadoras que incorporan la "fuzzy logic" (Un tipo de lógica para procesar datos inciertos) o las "arroceras inteligentes" poseedoras de distintas posibilidades de cocción que son un boom en el mercado japonés. Y es que, si bien no se trata de robots antropomorfos, es la tecnología automatizada la que los ha convertido en una herramienta para el desarrollo tecnológico e industrial.
El país de nunca jamás

"C3PO" y "R2D2", de la saga de George Lucas, "La guerra de las galaxias".
La expresión "robot" proviene de la palabra checa "robota", que quiere decir trabajador o esclavo, y apareció en 1920 en la obra teatral de Karel Capek "R.U.R Robots Universales de Rossum".
Estos “trabajadores” han coexistido con los seres humanos desde tiempos remotos. En el siglo XVIII, relojeros europeos construían intrincados engranajes que daban “vida” a curiosos mecanismos que realizaban las acciones más simples, como levantar objetos, mediante complejos procedimientos.
En el siglo XX aparecieron los robots con partes electrónicas y funciones específicas destinadas a facilitar el trabajo del hombre: robots anti bombas, robots espaciales, robots industriales. Quizás esta última es la aplicación más masificada, pero a la vez la menos considerada. En el inconsciente colectivo la palabra robot se asocia a un ser humanoide al estilo de “C3PO” o a un gran armatoste móvil como el que acompañaba a la familia Robinson en la serie de televisión “Perdidos en el Espacio”, sin embargo ésos son sólo parte de la ciencia a ficción.
“Un robot no puede lesionar a un ser humano o, por medio de la inacción, permitir que un ser humano sea lesionado. Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la primera ley. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida que esta protección no sea incompatible con la primera o segunda ley”. Éstas son las tres leyes de la robótica que el escritor Isaac Asimov acuñó por primera vez en 1942 en su relato “El círculo vicioso”.
Los relatos de Asimov y otros autores del género fantástico y la ciencia a ficción, tomaban a los robots como seres autómatas capaces de tener cierto tipo de raciocinio e interactuar con las personas. Entidades individuales que podían tomar sus propias decisiones teniendo en cuenta las condiciones a las que era sometidos, entes poseedores de una “inteligencia artificial”. Sin embargo este tipo de robots aún no es posible de construir.
Que un robot reemplace a un ser humano es una falacia. Así lo afirma a The Moroso Gastón LeFranc, académico de la Universidad Católica de Valparaíso y actual presidente de la Sección Chile del Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos IEEE (según su sigla en inglés).
LeFranc considera que las personas se hicieron demasiadas expectativas con los robots y le atribuyeron capacidades que es demasiado difícil concretar. “Reproducir los procesos lógicos de un ser humano es muy complejo, estamos lejos de hacerlo y ni siquiera nos interesa. Un robot es sólo una herramienta.”
De vuelta a la realidad
Un robot es lo más avanzado de las máquinas controladas por computador. Sus movimientos pueden ser dirigidos con enorme precisión, permitiéndole repetir acciones con exactitud nanométrica y liberando a los humanos de las tareas monótonas, duras, peligrosas o sucias.
Esto tiene una ventaja, ya que por medio de un control computacional, un robot puede ser “enseñado” a realizar una nueva labor. Eso es la llamada Inteligencia Artificial, por la cual al repetirse los nuevos movimientos de la nueva tarea, el computador los recuerda e instruye al robot a realizarlos cuando corresponda. Se espera que esta técnica otorgue eventualmente a los robots completa movilidad, visión, audición y lenguaje.
En la actualidad las aplicaciones concretas de un robot se encuentran en el campo de la industria privada y la investigación universitaria. Empresas mineras, químicas, de explosivos, generadoras de energía y manufactureras son quienes utilizan la tecnología autómata en sus procesos productivos.
Las aplicaciones de los robots son puntuales, ellos responden a determinadas órdenes, por lo que sirven especialmente para la manufactura. En el mundo desarrollado tanto las grandes como pequeñas empresas utilizan la tecnología automatizada, especialmente en el área de la construcción de automóviles y electrodomésticos, donde la precisión es un elemento de gran importancia.
Empresas de nuestro país han implementado elaborados sistemas computaciones y robóticos, como los camiones y perforadoras que se utilizan en la gran minería del cobre. Estos inmensos vehículos son manejados por sistemas automatizados para excavar en lugares peligrosos o difíciles de alcanzar y así evitar accidentes.
Sin embargo, es en las PYMES donde esta tecnología no ha tenido tanto éxito como se esperaba. Según Lefranc la mayoría de la pequeña y mediana empresa es eficiente, pero se ha mostrado reticente a optar por la automatización. “Ahora con los tratados se abre un mercado en el cual es necesario automatizar la producción. Modernizar las manufacturas para entrar al comercio internacional.” afirma.
En nuestro país sólo el 5% de las industrias son manufactureras, lo que abre una gran posibilidad de innovación tecnológica. “Podemos darnos el lujo de crear nuevas empresas automatizadas sin echar a nadie, es una gran oportunidad que debemos aprovechar” asegura Lefranc.
En Chile las universidades ya están formando profesionales en el área, pero a su juicio lo que falta es enseñarle a la empresa a manejar esta tecnología y diseñar productos que puedan ser producidos así.
Roboclubs
La robótica llegó a Chile en 1977. Los primeros en desarrollar robots móviles fueron los académicos y estudiantes de la Universidad Católica de Valparaíso, a quienes después se sumaron las distintas ramas de la Universidad de Chile, de Santiago y otras.
Gastón Lefranc recuerda que la Escuela de Ingeniería de la UCV creó el primer taller de robótica en 1985 y que posteriormente se hicieron una serie de seminarios con visitas ilustres en el tema que venían de Francia y Estados Unidos.
Es en las Universidades donde se da el espacio propicio para que investigadores y alumnos desarrollen nuevas formas de conocimiento en esta área. Al respecto, el profesor Holman Ortiz, director de la Escuela de Ingeniería Electrónica de la Universidad Iberoamericana, señaló a ThM que gran parte de los estudios de automatización que se desarrollan en su departamento obedecen a proyectos de investigación internas.
“Llevamos cuatro años desarrollando programas que incorporan el tema de la automatización de procesos y redes neuronales. Contamos con un robot adquirido en Israel y a partir de él hemos ido creando nuevas aplicaciones”.
Javier Ruiz del Solar, Director del Laboratorio de Robótica de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Chile, señaló a ThM que todos los proyectos desarrollados por su departamento son de exclusiva inventiva de los alumnos y académicos de la Universidad.
“Nuestros trabajos se enfocan al desarrollo tecnológico de robots móviles, su parte algorítmica y la visión. En ese ámbito nuestro mayor orgullo es un robot guía de museo que estará terminado a mediados de julio”.
Si bien la robótica es un área que despierta un gran atractivo para los jóvenes, no es algo que pueda ser fácilmente abordable, señala Ruiz. “Es por eso que hemos creado una sección especial para los niños que se interesan en los robots y quieran aprender más sobre ellos”, dijo.
Tanta es la pasión por estas máquinas que incluso se han inventado competencias internacionales de lucha entre robots y campeonatos de fútbol. Para la mayoría de los creadores nacionales, las luchas entre estas invenciones son algo reprochable, pero las competencias deportivas son algo a lo que aspiran perfeccionar cada día más.
Las máquinas hoy nos ayudan en las tareas más complicadas y peligrosas de nuestras vidas. Es de esperar que las predicciones apocalípticas de Hollywood no lleguen jamás a cumplirse, ya sea que un robot nos diga “Hasta la vista, baby” o despertemos repentinamente rodeados de cientos de cables que nos conectan a la Matrix.
Fuente: http://www.periodismo.uchile.cl/themoroso/2004/2/historia/robotica.html

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